Nacido de una boya, reinventado por el fuego

Todo empezó con la búsqueda de un mejor asado.
A mediados de los años 50, las parrillas de ladrillo eran lo más común, hasta que un hombre llamado George Stephen decidió crear algo diferente.

Construyó su propio asador y, orgulloso, invitó a sus amigos a probarlo.
Pero los cortes se incendiaron y la cena terminó en desastre.
Lejos de rendirse, George pensó que tenía que haber una forma mejor de cocinar con carbón, más simple, más controlada… y más deliciosa.


Del taller a una revolución

George trabajaba en Weber Brothers Metal Works, donde se fabricaban boyas metálicas.
Conocía el oficio del metal y tenía una idea en mente: tomó una de esas medias esferas, le agregó patas, perforó el fondo para dejar pasar el aire y le colocó una tapa.
Así nació el primer asador Weber Kettle, y con él, una nueva forma de cocinar al fuego.

Lo que comenzó como un experimento terminó convirtiéndose en una revolución.
Durante las décadas siguientes, Weber siguió evolucionando hasta transformarse en la marca número uno de parrillas en el mundo, sin perder su esencia: la pasión por el sabor del carbón y el placer de compartir.


Avivar el fuego, siempre

Desde aquel primer Kettle, Weber no dejó de innovar.
Hoy, nuestra familia de productos incluye asadores a carbón, gas, pellets, eléctricos e inteligentes, todos diseñados con la misma premisa que inspiró a George:
hacer del asado una experiencia más simple, más sabrosa y más compartida.

 

Y ahora, esa historia llega a la Argentina.
Porque el fuego nos une, y el asado, acá, también es parte de quiénes somos. 🔥